Que nadie se ponga en mi lugar
que nadie me mida el corazón
(Fernando Cabrera)
por si éstas fueran mis últimas arcadas
quiero que seas el único latido
de esta taquicardia que te nombra
no puedo dejar de buscarte
en cada palabra que no es mía
que nunca ha sido mía
que jamás...
qué quiere ésta demente
esta usurpadora de mi espacio
dirás
y yo no sé por qué me pasa esto
no quiero los halagos de los otros
no me interesan sus adentros
me has envenenado
sin acordarte siquiera de mi nombre
me has dejado un agujero supurando
donde supongo antes estaría mi calma
yo la orgullosa que jamás arrastró su carne
me evaporo como niebla
me muero de una peste tan antigua
que dejó su antídoto olvidado en un beso
-me estoy dejando ir entre humo y espanto-
y no hay nada que se pueda hacer
no hay nada que alguien pueda hacer
no hay nada que vos puedas hacer
no olvides nuestras risas
tu vocación certera de psiquiatra
no olvides lo que nunca existió
solo fue una ráfaga de vidas anteriores
al culo de la flecha
ya no le queda esperanza de ser punta
se me clavó en las tripas
-ni ella ni yo tenemos un mañana-
II
heredera de la procesión del pan
del tambor desafinado en esos días
en que el festejo de mis idos
los envuelve también a ellos
-mis ternuras-
a mí no
y yo no decidí sepultar mi buen humor
como tampoco decidí estar dando vueltas
en este tifón desenfrenado
-creí que era culpable
siempre intenté sentirme injusta con la vida-
-no lo soy -
no lo soy la reputísima madre
no van a ser más mis deudas con el mundo
las que empedrarán de verguenza mi almohada
sigo siendo sensible
sensiblera nunca
sigo siendo honesta
modesta no
muero egoísta
sin llegar a odiar
-intentaré re-nacer pero sin lastres -
aceptaré relajada
ser una dulce pecadora
ser una dulce pecadora
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