Frecuentemente siento que todo lo fuerte,
todo lo que me pega, bueno o malo,
se aloja de mi pera a mi diafragma.
No tengo que viajar a ningún sitio
ni torear mi adrenalina
con verónicas
seductoras de moles inocentes.
Todo me pasa ahí
-exactamente ahí-.
No importa dónde ande
ni con quién o por qué.
Ahí es donde está mi caballo de Troya.
todo lo que me pega, bueno o malo,
se aloja de mi pera a mi diafragma.
No tengo que viajar a ningún sitio
ni torear mi adrenalina
con verónicas
seductoras de moles inocentes.
Todo me pasa ahí
-exactamente ahí-.
No importa dónde ande
ni con quién o por qué.
Ahí es donde está mi caballo de Troya.